La nueva Ministra de Trabajo: ¿al servicio de los trabajadores?

La nueva Ministra de Trabajo: ¿al servicio de los trabajadores? 1

A un día de su posesión presidencial, el presidente Gustavo Petro dio a conocer por medio de su cuenta de Twitter algunos nombres de los que ocuparían las carteras de cuatro ministerios. La designación de la persona que ocuparía el Ministerio del Trabajo terminó opacando los otros nombramientos. ¿Quién es esta persona? Se trata de Gloria Inés Ramírez, ex dirigente sindical del magisterio, ex senadora y dirigente del Partido Comunista Colombiano (PCC). Esta designación generó diversas reacciones en las distintas fuerzas políticas en el país.

Los sectores más reaccionarios vieron en el nombramiento de una dirigente del PCC al Ministerio del Trabajo como una evidencia de que Colombia va rumbo al “socialismo del siglo XXI”, una muestra de que Petro es “comunista”. Nada más alejado de la realidad. Por su parte, los militantes del PCC y de las demás organizaciones reformistas pequeño burguesas afirmaban que con el nombramiento de esta ministra “bolchevique” (¡sic!), la clase obrera colombiana iba a ser “dignificada”, que había “llegado la hora de los trabajadores”, o peor aún, como afirmó en su cuenta de Twitter el periodista del Semanario VOZ y militante del PCC, Óscar Sotelo, que aquel nombramiento mostraba “las instituciones al servicio de la clase trabajadora” (¡sic!). En cambio, los comunistas consecuentes y otros revolucionarios criticaron estas manifestaciones de triunfo que vendía el reformismo y de paso señalaron el carácter oportunista de la política del PCC. La reacción por parte de la militancia mamerta fue la de estigmatizar a los críticos, de reducir a una burla las críticas y de envalentonarse de su oportunismo.

Ahora bien, en el caso concreto del nombramiento de Gloria Inés Ramírez como ministra de trabajo, las críticas que se le hacen desde coordenadas revolucionarias son a las alusiones de triunfalismo que vierten los militantes del PCC-JUCO, afirmaciones que siembran las ilusiones reformistas entre los trabajadores y lo que es peor, de sembrar confianza ciega en las instituciones del Estado burgués como se puede apreciar en la afirmación de Óscar Sotelo que citamos anteriormente. Ya desde finales del siglo XIX, la revolucionaria Rosa Luxemburg denunciaba que era falso decir que, por la entrada de un comunista o socialista a un gobierno burgués, el carácter de clase del gobierno o del Estado mismo iba a cambiar en función de los trabajadores:

El carácter de un gobierno burgués no está determinado por el carácter personal de sus miembros, sino por su función orgánica en la sociedad burguesa. El gobierno del Estado moderno es esencialmente una organización de la dominación de clase cuya función reguladora es una de las condiciones de existencia del Estado de clase. Con la entrada de un socialista en el gobierno, el dominio de la clase sigue existiendo, el gobierno burgués no se convertirá en un gobierno socialista, sino el socialista se convertirá en un ministro burgués.

Por consiguiente, para Luxemburg, así como para todo comunista consecuente, la ministra Gloria Inés Ramírez que ingresa a formar parte del gobierno burgués democrático de Petro no es una ministra “bolchevique” como dice la militancia mamerta, sino una ministra burguesa más. Y en relación al PCC, Luxemburg continúa y nos dice: la entrada de los socialistas en un gobierno burgués no es, como se cree comúnmente, una conquista parcial del Estado burgués por los socialistas, sino una victoria parcial del Partido Socialista por el Estado burgués. Ni los “comunistas” del PCC, ni tampoco los sectores reaccionarios y anti comunistas tienen razón cuando dicen que los comunistas están conquistando las instituciones, es al revés, el Estado colombiano está logrando una victoria por sobre el PCC. Es la evidencia de la política claudicante y de conciliación de clases de ese partido.

La nueva ministra del trabajo no podrá lograr que las instituciones burguesas sirvan a los trabajadores como dicen sus camaradas, si acaso podrá lograr una que otra reforma, pero su principal función va estar en regular el conflicto obrero-patronal en el reconocimiento y en el respeto al sistema capitalista que impera en Colombia. La explotación de la clase obrera colombiana seguirá su curso, y la burguesía colombiana seguirá enriqueciéndose a costa de su trabajo.

Los trabajadores no pueden hacerse ilusiones en cambios por arriba, desde las mismas instituciones que sirven a sus explotadores y opresores. Solo mediante la lucha podrán presionar al nuevo gobierno que cumpla con lo prometido, y de paso, podrán arrancarle otras reivindicaciones que no se contemplen. La única arma con la que cuenta es con su propia organización, y hoy se hace más palpable la necesidad que los trabajadores se organicen en un partido político propio e independiente de la burguesía y la pequeña burguesía, ya que el llamado Partido Comunista Colombiano desde hace muchos años dejó de ser esa organización.

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